¿Salir o no con el ex de nuestra amiga?

Es cierto que Cupido nos juega malas pasadas y que en las cosas del corazón no se manda. Pero también lo es el hecho de le debemos lealtad a nuestros amigos -en este caso, amiga- y que no vale la pena arriesgar su cariño por alguien más.

Si alguna vez han experimentado atracción por un chico que a todas luces es la menos indicada, el dilema es peor cuando involucra los sentimientos de otras personas y que son muy importantes para nosotros.Es una regla tácita para cualquiera no robarles las parejas a sus amigos. Y entre chicas, la solidaridad femenina hace más fuerte el compromiso. Sin embargo, cuando esa relación ya no existe ¿habría algo de malo en que intentáramos darnos una oportunidad con el ex de nuestra amiga?

A primera vistazo, todas moveríamos la cabeza en señal de rotunda negativa. Pero antes de juzgar por anticipado, conviene ver con más cuidado los sentimientos de todos los involucrados y el motivo por el cual terminó la relación.

Si a pesar de haber cortado, nuestra amiga aún siente algo por su ex, lo mejor es hacer de “tripas corazón” y evaluar rápidamente otros prospectos antes de que el simple gusto por el susodicho se convierta en algo más (que inclusive puede ser una obsesión por tener a quien no puede estar a nuestro alcance).

Si ella ya está con otro o no le fue muy fiel a su entonces novio, no creo que haya impedimento para darnos un chance con el galán. Eso sí, conversándolo primero con nuestra amiga para que no se entere por las malas lengua y tergiverse las cosas.

El riesgo está en que sea posesiva y lo tome como una ofensa. Pero debemos darnos cuenta si se trata de un capricho o amor para hacernos a un lado. O de lo contrario, defender algo que vale la pena con un buen chico.

Otra posibilidad es que el chico no sea tan bueno y nos utilice para darle celos a nuestra amiga o simplemente se crea el conquistador y quiera atrapar a cualquier chica que se le ponga enfrente sin importarle si es amiga de su ex. En ese caso, hay que unirnos para darle una buena lección al imitador de galán, manteniendo nuestra amistad por encima de cosas insignificantes.